Evangelio de hoy: ¡Queda limpio!

Domingo, 15 Febrero 2015 - 2:30pm

Trujillo en Línea (Por: fray Héctor Herrera OP) Conocí a una persona que tenía Sida. Me dijo déjeme hablar a la gente para prevenirlos. Este es mi apostolado, porque he sido marginado por mi familia, como el leproso en tiempos de Jesús.

De esto nos habla el evangelio de Mc. 1,40-45. La lepra excluía al leproso de la comunidad, como hoy los sidosos son excluidos. “El que ha sido declarado enfermo de lepra andará harapiento y despeinado. Mientras le dure la afección seguirá impuro. Vivirá apartado y tendrá su morada fuera del campamento” (Lev. 13,44-46).

Era un muerto en vida. El leproso rompe la ley. Este despreciado y condenado a estar lejos de los demás y de Dios; se acerca a Jesús y se lo permite: Ambos violan la Ley (Lev 5,3; Nm 5,2). Hay dos actitudes: la fe del leproso que creía que Jesús puede sanarlo: “Si quieres puedes sanarme” (v. 40). El amor, la compasión, la cercanía de Jesús hacia los enfermos: “Él se compadeció, extendió la mano y lo tocó. Y le dijo: Lo quiero, queda sano” (v. 41).

Hoy los discípulos de Jesús estamos llamados a sentir compasión, tocar la lepra moral en nuestra sociedad y sanarla. Y contribuir a sanar la sociedad. La batalla contra el mal y la enfermedad, es misión de todo cristiano.

En América Latina según la Organización Mundial de la Saldud (OMS): “Todos los países de la Región han alcanzado la meta de eliminación a nivel nacional (1 caso por 10.000 habitantes), con la excepción de Brasil. Y se comprometieron a lograr la eliminación a primer nivel subnacional político-administrativo para el 2015, como parte de la iniciativa para el control y eliminación de las enfermedades desatendidas y otras infecciosas relacionadas con la pobreza”.

La lepra es una enfermedad curable. Si se trata en las primeras fases, no producirá discapacidades. Progresa lentamente con un período de incubación promedio de 3 años. Puede atacar a cualquier edad y a ambos sexos y es curable. El tratamiento con medicamentos mata las bacterias y detiene la diseminación de la enfermedad.

El leproso sanado, se convierte en un evangelizador, pese a que Jesús le había ordenado callar, lo que se conoce como el secreto mesiánico, que será comprendido después de su muerte y resurrección.

El Papa Francisco nos recuerda: “Sabiduría del corazón es estar con el hermano. El tiempo que se pasa junto al enfermo es un tiempo santo. Es alabanza a Dios, que nos conforma a la imagen de su Hijo, el cual «no ha venido para ser servido, sino para servir y a dar su vida como rescate por muchos» (Mt 20,28). Jesús mismo ha dicho: «Yo estoy en medio de vosotros como el que sirve» (Lc 22,27).

Pidamos con fe viva al Espíritu Santo que nos otorgue la gracia de comprender el valor del acompañamiento, con frecuencia silencioso, que nos lleva a dedicar tiempo a estas hermanas y a estos hermanos que, gracias a nuestra cercanía y a nuestro afecto, se sienten más amados y consolados. En cambio, qué gran mentira se esconde tras ciertas expresiones que insisten mucho en la «calidad de vida», para inducir a creer que las vidas gravemente afligidas por enfermedades no serían dignas de ser vividas” (JME 2015) 

DOMINGO VI. T.O.CICLO B. D.15.02.2015. MC. 1,40-45

 

 

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